Si tienden a concebir la baldosa hidráulica como invento de reciente creación, olviden lo preconcebido. No es moderno sino modernista. En el interior de ‘Els Quatre Gats’, en pleno bullicio, les contamos una historia muy plástica. Bienvenidos al Modernismo. Regreso al pasado. El siglo XIX, aquel que quiere viajar a toda prisa con la máquina de vapor hacia el siglo XX, ¡ya está aquí!
Les saludan artistas de la talla de Antoni Gaudí, Josep Llimona, Santiago Rusiñol, Ramón Casas o Lluís Doménech i Montaner, quienes se encargaron de encumbrar la vertiente catalana del Modernismo, que encuentra en Barcelona su fuente máxima de inspiración, su musa. La majestuosidad del Parc Güell, las Casas Batlló y Milà o la del Palau de la Música trasmiten que la corriente modernista caló hondo en la Ciudad Condal, aún pendiente de acabar de asombrar al planeta Tierra y de ver cómo se finaliza lo que ideó Gaudí: la obra de las obras, la Sagrada Familia, que ha de ser la última pincelada mágica del Modernismo.
Y entre tanto paisaje modernista, un complemento único, innovador y rompedor, fiel a ese estilo modernista, el cual reflejó su máximo esplendor en la arquitectura: la baldosa hidráulica.

En forma de mosaico, la baldosa hidráulica gana enteros en la Catalunya modernista. Avanza y madura, dejando de mecer las cunas de la civilización (Grecia y Roma se hicieron eco de la decoración mediante los mosaicos hidráulicos). En la cultura helénica, por ejemplo, aún se conserva en Pompeya la representación, en forma de mosaico, la batalla que libró Alejandro Magno contra Persia. Estos mosaicos también hicieron acto de presencia las domus romanas, especialmente en los hogares de alta alcurnia.
Historia de las baldosas hidráulicas
¿Y por qué este tipo de baldosas reciben el nombre de hidráulicas? Sencillamente porque las citadas baldosas, hechas de cemento, pigmento y marmolina, se unifican luego a presión mediante una prensa hidráulica.
La composición en sí hace referencia al mosaico, como estructura general. Mientras que la pieza, por separado, es la baldosa hidráulica.
El siglo XIX marca el pistoletazo de salida. Una serie de fechas y acontecimientos determinan la suerte y la puesta de largo de la baldosa hidráulica en Europa. Francia tiene ‘mucha culpa’ de ello, pues el país galo apuesta fuerte por la inclusión de este elemento en el mercado. Barcelona también entra en juego:
- A mediados del siglo XIX, en Francia se desarrolla la teja hidráulica, que supone un punto de inflexión en la producción artesanal, que poca a poco va dejando paso a la industrialización.
- El barcelonés Francisco Garreta se convierte en el primer fabricante de mosaicos hidráulicos en España
- En la Exposición Universal de París (1867), las baldosas hidráulicas, de la mano de Garreta, Rivet y Cia
- Seis años más tarde, en 1873, se levanta en Barcelona la primera fábrica de mosaicos hidráulicos.
- La guinda del pastel corrió a cargo de el Modernismo, la cúspide de la baldosa hidráulica. Esta adquiere una gran importancia a nivel de decoración.
El desarrollo y la evolución de las baldosas hidráulicas
La baldosa hidráulica, como elemento en sí, ha evolucionado a lo largo de la historia, causando furor, especialmente, en la época del Modernismo, a finales del siglo XIX. Uno de los padres del Modernismo catalán, Antoni Gaudí, adquirió ese producto e hizo suyo la baldosa hidráulica, para introducirla en sus obras, dignas de recordar. En una de estas, Gaudí ‘sembró’ con baldosas hidráulicas el pavimento de las habitaciones del servicio de ‘La Pedrera’ (1906-1910). Años después, en 1997, Barcelona trasladó la esencia hidráulica de Gaudí al Passeig de Gràcia. En estas aceras, utilizando baldosas hidráulicas y hexagonales, se ondulan y se serpentean elementos marinos, apreciados con más estilo cuando la luz se ciñe sobre la acera barcelonesa.
La vida, la sociedad y la arquitectura avanzaron. Le ocurrió lo mismo a la baldosa hidráulica, la cual se puso de moda y estuvo presente en muchos de los hogares españoles de los sesenta.
En los sesenta y los setenta, la baldosa hidráulica era el elemento decorativo por excelencia en los lares de una España aún a lomos del Franquismo. En mesa época, la tendencia era la fabricación de baldosas hidráulicas 20×20. Con un estilo vegetal, floral y geométrico, el elemento decorativo de la España de los setenta hacía clara alusión al gusto artístico del Modernismo.

¿Estilo pasajero de los setenta? Quizás, pero en los últimos tiempos se ha evidenciado el regreso de la baldosa hidráulica, la cual vuelve a estar de moda en este siglo XXI. Han regresado siendo más versátiles y combinándose de mil formas, con un estilo muy marcado por los gustos del comprador. En la actualidad, pueden colocarse tanto en los interiores como en los exteriores; en encimeras, paredes, baños o cocinas. Coloca una baldosa hidráulica en tu vida.